Los genios de esta lámpara os desean ¡Feliz Navidad! Y no encuentran una manera mejor que contaros una historia, que es lo que sabemos hacer y lo que más nos gusta. Esperamos que os a vosotros también os guste nuestra historia de Navidad.
La Navidad es una de las fiestas más importantes del año, de eso ¡no hay duda! Pero ¿por qué y desde cuándo?
El solsticio de invierno, la noche más larga del año, era un momento importante ya desde el Período Neolítico, ya que estos eventos astronómicos controlaban gran parte de la vida (apareamiento de los animales, siembras de los cultivos, sacrificios de animales para el abastecimiento de carne, el fin de la fermentación del vino o de la cerveza…)
En la Edad del Hierro, los celtas llamaban Yule a la celebración del solsticio de invierno, en el que tras el período oscuro comenzado el 1 de noviembre llegaba el renacimiento del Dios y de los espíritus. El principal rito era la quema del leño de Yule durante 12 horas, un gran leño seleccionado especialmente por el druida. También acostumbraban a adornar con guirnaldas y lazos los árboles como símbolo de esperanza, pues los bosques no tenían hojas ni flores por el invierno. Una tradición que nosotros conservamos con el árbol de Navidad, aunque los celtas nunca los hubiesen cortado para meterlos dentro de casa.
En el antiguo Imperio Romano, la fiesta del solsticio era el acontecimiento social más importante del año, se llamaba Saturnalia y se celebraba en honor a Saturno, dios de la agricultura y las cosechas. Todo comenzaba en el templo de Saturno, con un estupendo banquete y al grito multitudinario de “Io, Saturnalia”. Era una ocasión para visitar a parientes y amigos e intercambiar regalos. Se cerraban las escuelas, los tribunales y las tiendas, se paraban las guerras, se liberaba a los esclavos y los romanos cometían todo tipo de excesos con la bebida y la comida. Las Saturnales comenzaban el 17 de diciembre y su duración varió a lo largo de los años, siendo cada vez más largas –todo tiene mucho parecido a la Navidad-. Al final de la Saturnalia, el 25 de diciembre, se celebrar el nacimiento del Sol, Natalis Solis Invictis.
A principios del s. IV d.C. el emperador Constantino I, decretó que el día dedicado al Deus Sol Invictus, domingo, fuera también jornada de descanso y adoración para los cristianos y el día del nacimiento del “Sol Invencible” una nueva fiesta cristina para celebrar el nacimiento de Cristo. Con estas tácticas, no se alteraba el calendario romano y las tradiciones paganas se fueron adaptando al cristianismo.
Ahora sabemos por qué tenemos el árbol de Navidad, nos reunimos alredor de la mesa, hacemos regalos (aunque esto también se debe a San Nicolás) y los pastores, según la tradicion cristiana, durmieron con sus ovejas a la intemperie en diciembre, cuando las temperaturas en Judea caían hasta bajo cero y era época de lluvias (algo bastante improbable, por cierto). Por ello, elegir la tradición que más guste, porque muy probablemente, Jesús no nació el 25 de diciembre, fun, fun, fun!
¡Felices Fiestas!